El niño que olvido su papalote


El fino hilo se suelta de sus pequeñas manos. Su dedo regordete y pequeño intenta aferrarlo, pero el viento ha sido más rápido y le ha ganado. Lentamente sus expresivos y dulces ojos negros se posan en el viento y en el suelo, en el horizonte. Su cara es todo un mar de emociones: sorpresa, desilusión, miedo, tristeza.

Corre tras aquello que le es tan importante en la vida. Corre, aferrado al sentimiento, con la esperanza de que regrese de nuevo a sus manos. Corre lo más fuerte que le permiten sus cortas piernas. Y cae. Y un nuevo raspón aparece en esas rodillas sucias. Y se levanta. Y nos demuestra una vez más que caer es solo un retraso de segundos en un camino de una vida.

Grita, corre, grita más fuerte. Pulmones sanos. No puede creer que las cosas hayan acabado tan rápido. Sigue corriendo, cada vez con menos fuerza. Se detiene un momento para tomar algo de aire y reemprende su carrera con ahínco. Él sabe que sus esfuerzos no servirán de nada, pero aun así no quiere pensar que todo fue en vano.

Y mientras corre, pisa un charco de agua. Se detiene a ver su reflejo en él. Una sonrisa de nuevo ilumina su rostro. La desesperación que antes hundía su cara desapareció, como si de accionar un interruptor se tratase. Primero rodea su tesoro. Vuelta, tras vuelta, tras vuelta. Y salta. Salta en el centro del agua, sus pies empapados, sus manos sostienen un dulce y su cara irradia felicidad. Una tras otra las gotas empapan su cabello. Su cabello que se mueve al compás del viento. Y nos enseña que la vida es un juego. Donde no importa ganar o perder, si no cuanto lo hemos disfrutado.

Y a lo lejos, la sombra de un papalote se refleja en el campo. Se aleja cada vez más, mostrando una sutil silueta, cada vez más tenue y difusa. Y lo que antes era su vida ahora es parte de su historia.

Un sentimiento

-Tengo un sentimiento.
-¿Que clase de sentimiento?
-De que podría morir hoy.


-No, no me veas con esa cara, no es un juego. Hoy puedo morir y siento que no eh echo nada. Nada en mi vida, nada para nadie. Si desapareciera, nadie notaría mi ausencia. Seria como el viento que ah arrancado una hoja y se la lleva lejos, a la vista de todos, pero nadie se detiene por ella. Si desapareciera, que, ¿seria todo? mi nombre seria olvidado y mi rostro mutilado. Nadie recordaría como fui o que hice. Pasaría a la historia de mi familia como -oh, si, creo que se llamaba fulanito. Por cierto, ¿donde esta?- más por cortesía que por preocupación. Mi tumba seria pisoteada y el tiempo seria lo único que pase por ella. Las flores marchitas, el césped alto, el agua podrida, el mármol gastado. Y cuando por motivos de espacio se necesite el lugar de mi descanso, sacaran mis restos y los venderán a un estudiante de medicina o a un brujo deseoso de un esqueleto humano. Mi cráneo terminara en la repisa de una recámara sucia y maloliente, con un par de velas rojas, una blanca y una negra haciendo de postes a mi nueva prisión. Alguien pintara extraños símbolos en mi frente y me expondrán como un objeto de estafas y engaños, mentiras y dioses falsos. Y al final, cuando la farsa termine, desecharan mi esqueleto a un basurero o quizás se tomen el tiempo de triturar mis huesos hasta hacerlos polvo. Polvo eres y al polvo regresaras. Extraña forma de regresar. Y así abre terminado, echo tierra por alguien que no conocía mi sexo, mucho menos mi nombre. Y todo porque no hice nada, me quede siempre donde le parecía mejor a otros y no a mí, quise hablar y me callaron la boca. Y mansamente respondí, con un movimiento de cabeza, dando la razón aya cuando debía de alzar la mano y protestar. Y por eso, hoy podría morir, porque sintiéndome así, no me importa el caminar sin ropa por entre la gente, no pienso en pensar, no me importa el mar de almas que me rodean y me excluyen, me odian, me ridiculizan. Quiero sentir que moriré y dejar de sentir que podría morir. El cielo raso se abre ante mi y subo ante lo que me espere arriba, sea la reencarnación o el descanso eterno. Sea el nirvana o el ego. Convertirme en algo nuevo o vagar por la tierra, escondiéndome a la luz del día y saliendo por las noches a seducir extraños y pervertir sueños. O simplemente dejar de existir, como él roció que no vemos cuando llega y no estamos cuando se va, como la cruda llama de una vela que consume lentamente oxigeno y este deja de serlo para pasar a alimentar el apetito del fuego. Consumirme con las brujas de antaño, lentamente ahogarme en mis propios pensamientos, en mi propia miseria. Encerrarme en las celdas de los delirios, en el calabozo del miedo. Desaparecer... Morir... Sentir...

-Hoy podría morir, y aunque lo deseo fervientemente, no estoy preparado para eso.

-Y sin embargo, yo notaría tu ausencia...

Libertad Intransigente

El cielo se abre lentamente ante mis ojos. No es algo irreal producido por un "viaje" o un sueño loco. De hecho es la única cosa más real que me ha pasado en toda mi vida. Mi aburrida vida.

Volteo a ver el cielo nuevamente. Los pocos recuerdos que aún tengo de mi vida se han lanzado unos contra otros, como si de un terremoto se tratase y quisieran salir a la luz. Salen y se escabullen en mi mente consciente. El cielo me permite ver el paraíso y el infierno, lo que es blanco y lo que es negro. Veo unicornios, dragones, nubes, hipopótamos voladores, un chango azul, dedos y una daga. Me miran con expresión de sorpresa y lentamente se unen en torno a mí. Me tocan y me observan fríamente. Parece que no pertenezco a este mundo lleno de magia y...Libertad.

Libertad. Una palabra que encierra todo y no abarca nada. Un regalo de la madre naturaleza que poco a poco se ha ido perdiendo hasta convertirse en un mito. El único sentimiento al cual se le han arrancado las piernas, los brazos el tronco y la cabeza. Y solo ha quedado el recuerdo y unos cuantos dedos a los cuales nos aferramos lastimosamente, patéticamente, en un intento por mostrar nuestra superioridad como raza pensante. Pero que en el inter hemos perdido nuestra humanidad. Perdimos la capacidad de decir lo que sentimos y decimos lo que es más conveniente para otros. De vestir como nos plazca y vivir donde queramos. Nos hemos atado a un aparato que llaman televisor eh Internet. No planeamos un día sin el celular o el automóvil. Hemos olvidado como saludar a la gente y les enviamos un mail. Creemos que con toda esta tecnología insípida tenemos el mundo a nuestros pies. Pero la triste verdad es que el mundo nos ha consumido, lento, lento, lento...

Y no conformes con esto la libertad tiene su hermano malvado. Aquel que llaman "Libertinaje". Seductor de muchos, asesino de no menos. Oveja negra de la familia, el que vive sin responsabilidades y sin respeto. El que dice, has lo que quieras sin importar lo que suceda. Y lo peor es que al final sí importa. Y te abandona. Te deja sin amigos ni familiares. Porque el libertinaje se ha encargado de apartarlos de ti. Y el detalle es que en realidad fuiste tu quien los aparto. Con tus noches de sexo con un desconocido. Tus fines de juerga y las veces que casi matas a aquellos que iban contigo en el coche, solo porque "tomado manejo mejor". Los ahuyentaste con tu enfermedad venérea y tus pulmones carbonizados. Con todas las veces que tuvieron que ir por ti a los separos o aquellas veces que golpeaste a los que más te aman. Así se comporta el libertinaje. Es quien tira la piedra y esconde la mano. Lo malo es que esa piedra que tiro se trata de tu vida misma...

Y aun así, contra todo pronostico, contra toda lógica y contra todas las pruebas en contra, la libertad sigue allí. Tan efímera y delicada como el cristal. Suave y fría, esperando que alguien la devuelva a los días de gloria. Esperando el momento de resurgir de las cenizas. Esperando el lugar adecuado para empezar su obra. Y el lugar no esta más lejos que nuestra mente. Y nuestro corazón. El momento es cuando nosotros decidimos crear algo. Esa es la libertad que nos queda. La libertad de crear, de plasmar algo en la gente, de ser inmortal por el simple echo de dejar un recuerdo en nuestros predecesores. Dejar una huella en los que se quedan. Trascender. Y trascender porque creamos algo propio, algo nuestro. Inventar, dibujar, escribir, pintar, moldear, etc, etc, etc.

Aquello que salga de tu mente puede definir lo libre que eres. Eso puede decidir si eres un simple mortal o un ser inmortal. La libertad esta al alcance de aquellos que se esfuerzan un poco en buscarla. En aquellos que se dejaron llevar por sus sueños y sus metas. Que no pensaron el que dirán, sino en el quien quiero ser. Es por eso que la libertad necesita una nueva palabra. Y yo por eso, la rebautizo como Libertad Intransigente. Porque ya no es un derecho universal. Ya no es un regalo de la madre naturaleza. Ya no es un titulo. La misma libertad se ha liberado. Y ha cambiado.

Porque la humanidad ya no es libre. Es libre quien quiere, quien lucha, quien persiste y quien crea. Y aparte de todo, es libre el que se cree libre.

Y aun así, con todas mis dudas y mis miedos, entro al cielo rosado y misterioso. Entro despacio, conociendo cada detalle, grabándome cada paso. Y mis dudas se esfuman con cada paso que doy. Y mis miedos se quedan atrás asiendo mi caminar más ligero. Un nuevo mundo se abre ante mí. Un mundo donde los sueños son los limites, donde el arte es la única pasión y la cultura la única regla...Un mundo libre, dentro de mi cabeza y mi corazón.