Dos vidas


Y así, un día, el tiempo voló.
Tanto tiempo, tanto viento, tanto tanto.

Voló despacio, casi sin sentir, solo el viento lo llevaba entre sus hombros, solo él sabía su peso y su destino. Destino innegable, inevitable, solo transformable en lugar y forma. Toda caía, como lo hacen los suicidas, sin saber donde caer pero justo en el lugar preciso, todo sin miedo, sin prisas, sin presiones. Solo cayendo.

Y aquel día llego, como lo dije antes, inevitablemente llego.

Solo me arrepiento de no haber soplado antes.